El Leonor Digital

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jueves, 5 de diciembre de 2013

10 LUGARES PARA PASAR UNAS VACACIONES
Llega las Navidades, unos cuantos días en los que decir adiós al trabajo, a la rutina diaria, a las tediosas obligaciones de los quehaceres domésticos. Algunos, los más afortunados, pueden permitirse un viajecito a la nieve, a alguna bella ciudad europea o al verano perpetuo de las islas sureñas. Otros, asfixiados por la crisis, tienen que conformarse con su tresillo como principal destino vacacional. Sin embargo, incluso con el más austero de los planteamientos, es posible viajar a mundos asombrosos, contemplar parajes de ensueño y descubrir maravillas capaces de dejar con la boca abierta a cualquiera. ¿Cómo? Los más cursis dirán que comprando un billete al país de la imaginación. Una opción no tan barata pero con muchas más garantías de satisfacción es recurrir a la imaginación de terceros, la de los artistas, escritores, guionistas y desarrolladores de videojuegos que se han devanado los sesos para construir localizaciones asombrosas, lugares que ya han pasado a formar parte de la cultura popular y que cualquiera con un mínimo de espíritu viajero se moriría por visitar. 
Isla Nublar 
      Sólo por el hecho de tratarse de una isla tropical con densas selvas, dos ríos y espectaculares cascadas, ya merece la pena visitar Nublar. Pero es que además, este enclave paradisíaco situado en las cercanías de Costa Rica cuenta con un prodigio único en el mundo, un zoológico conocido como Parque Jurásico que alberga dinosaurios reales, resucitados gracias a la ingeniería genética. ¿Le gustaría contemplar la majestuosidad de los gigantescos brachiosaurus, la velocidad de los gallimimus corriendo en manada o la hora de la comida de los acongojantes velocirraptores?, ¿Se ve capaz de mirar a los ojos al impresionante Tyrannosaurus-Rex sin salir corriendo? Si su respuesta es afirmativa, este es el lugar ideal para pasar sus vacaciones. Para que su estancia sea lo más cómoda posible, el máximo responsable del proyecto, el señor John Hammond, no ha reparado en gastos, tal y como podrá comprobar incluso en el centro de visitantes (con su exposición de esqueletos, su pequeño laboratorio, una sala de cine, una cafetería e incluso una tienda de merchandising). El recorrido por el parque lo realizará a bordo de un vehículo eléctrico guiado por raíles que le llevará de paseo por los recintos en los que se encuentran cada una de las especies de dinosaurio. No tema, las instalaciones son seguras. Cada área está rodeada por una valla electrificada con una carga de 10.000 voltios para impedir que las criaturas escapen. Lo mejor: Los dinosaurios herbívoros. Lo peor: Las tormentas tropicales, que puden inutilizar todo el sistema eléctrico del parque. No olvide llevar: Una linterna, un rifle de dardos tranquilizantes y un tablón para atrancar puertas (los velocirraptores han aprendido a abrirlas)
Crucero en el Nautilus
   Los cruceros convencionales están muy vistos y además no son especialmente seguros, tal y como demostró el desafortunado Titanic. ¿Para qué arriesgarse? Pruebe algo nuevo, un crucero en submarino, en concreto, uno a bordo del imponente Nautilus comandado por el intrépido Capitán Nemo. Con forma de pez vela, el Nautilus puede alcanzar velocidades de hasta 50 nudos (92,5 km/h) y, gracias a su capacidad como sumergible, está capacitado para descender a profundidades superiores a los 11 kilómetros, lo que le permitirá contemplar la asombrosa fauna y flora de los fondos oceánicos. Su motor funciona mediante baterías eléctricas y posee un espolón triangular en la parte frontal que le sirve de arma contra los barcos enemigos. Anímese a realizar veinte mil leguas de viaje submarino, una travesía en la que no faltarán emocionantes aventuras: monstruos abisales, tesoros ocultos, islas misteriosas... Y, por supuesto, no olvide hacer una escala en la mítica Atlántida, una gigantesca masa de tierra situada entre África y América que se hundió hace milenios debido a un fuerte terremoto y un gran diluvio dando así lugar al mayor reino submarino jamás conocido. Algunos dicen que de la Atlántida sólo quedan ruinas, otros aseveran que allí se encuentra la civilización más avanzada del planeta Tierra, liderada por un tal Namor según unos y por un tal Aquaman según otros. ¿Se anima a descubrir quién tiene razón? Lo mejor: Su cocina, especializada en deliciosos pescados y mariscos. Lo peor: : El Capitán Nemo puede resultar frío y distante. No olvide llevar: Un arpón, por si los krakens

El gran muro de hielo de Poniente 
No son pocos los puntos de interés que pude encontrar a lo largo y ancho de Poniente: el trono de hierro de Desembarco del Rey, las panorámicas únicas de Nido de Águilas, la imponente Harrenhal, la tosca e imposible Pyke... Pero un lugar destaca sobre todos ellos, el gigantesco muro de hielo que separa los Siete Reinos de las salvajes e inhóspitas tierras nevadas del norte. El Muro, construido con gigantescos bloques de hielo, mide 483 Km de largo y unos 213 metros de alto. Se levantó hace más de 8.000 años para proteger a las gentes del sur del continente de las malvadas criaturas sobrenaturales del norte y, desde entonces, ha sido vigilado por un grupo de defensa conocido como la Guardia de la Noche. Si le gustan las aventuras extremas y no teme las bajas temperaturas, olvídese de Alaska y olvídese de la Antártida, usted debe visitar el Muro. Asómbrese al verlo por primera vez desde kilómetros de distancia, maravíllese con el aspecto de este coloso helado desde su base y decídase a subir para contemplar las tierras nevadas desde las alturas. La dificultad del reto la elije usted: fácil, si sube en el elevador manual; normal, si prefiere la escalera; o difícil, si se ve capaz de escalar el muro utilizando únicamente martillo y estacas. También puede aprovechar la visita al Muro para recorrer las fortificaciones construidas junto a él, diecinueve castillos, dieciséis de ellos abandonados y sólo tres ocupados por la Guardia de la Noche: Torre Sombría, en el extremo occidental, el Castillo Negro, hacia la mitad del muro, y Guardiaoriente del Mar, en el borde Este. Lo mejor: Vistas espectaculares. Lo peor: Frío intenso y caminantes blancos. No olvide llevar: Víveres, un buen abrigo y un cuchillo de vidriagón.

El jardín de las delicias
A todo el mundo le tienta caer en el pecado, pero hay quien piensa que nuestro mundo es mucho más purtitano de lo que la mayoría apunta y agradecería algo más de libertinaje, al menos en su tiempo de ocio. Si usted es una de estas personas, el jardín de las delicias es su destino turístico ideal, un lugar con mucho más glamur que Cuba o Tailandia. Antes de visitar el panel central de nuestro tríptico vacacional, puede hacer una breve visita a la antesala del Edén, un paraje idílico, perfecto para los amantes de la naturaleza pero sin demasiadas actividades a las que dedicar el tiempo libre. Cuando se aburra —algo que con casi toda seguridad sucederá pronto—, será hora de acceder a nuestra estancia estrella, el jardín.  Antes de marcharse, tras sus días de esparcimiento, no olvide salir por la ruta infernal, a mano derecha. Tras las quejas de algunos turistas, que aseguran que este tramo final del viaje resulta demasiado ardiente y tortuoso, estamos realizando obras de mejora en nuestras instalaciones. Construiremos una bonita laguna, que habrá que cruzar en barca, dividiremos la estancia en nueve círculos y pondremos un simpático can tricéfalo en la entrada para que dé la bienvenida a los recién llegados. Lo mejor: Diversión las 24 horas del día. Lo peor: No recomendable para familias con niños. No olvide llevar: Una cámara de fotos, si quiere que sus amigos se crean las anécdotas que les contará sobre el viaje. 
Ruta por la Tierra Media
Tan vasta y hermosa es la Tierra Media que resulta casi imposible recomendar una única localización. Por ese motivo le proponemos un plan mochilero, al más puro estilo InterRaíl (cambiando trenes por caballos), para que descubra las maravillas naturales y arquitectónicas de estas tierras de espada y brujería. Comience su ruta en la tranquila Comarca, conozca a los pequeños hobbits y disfrute con ellos de sus pacíficas costumbres: comer, beber y fumar en pipa. En Hobbiton, uno de los pueblos más antiguos de esta región puede contemplar los bellos smials, acogedoras casas construidas bajo las colinas, con puertas circulares, estancias llenas de curvas y numerosos túneles. En su viaje hacia el Este, debe hacer una parada obligada en el camino para visitar Rivendel, un paradisíaco asentamiento elfo en el que preciosas formas arquitectónicas se mezclan armónicamente con la vegetación de la zona. Siga hacia al sur, recorriendo las Montañas Nubladas y pasando junto al impresionante pico Caradhras. Tras varias jornadas de viaje muy duras pero cargadas de experiencias, podrá disfrutar de las maravillas meridionales. Entre los puntos de interés situados en el sur, destacan Lothlórien, un reino élfico de árboles gigantescos; el círculo fortificado de Isengard, con la torre de Orthanc en el centro; las verdes praderas de Rohan, en las que puede practicar equitación; los Argonath, dos gigantescas estatuas situadas en las márgenes del río Anduin; y Minas Tirith, capital de Gondor, una ciudad dividida en siete niveles de altura delimitados por grandes murallas blancas de piedra. En el centro del séptimo y último círculo se alza la Torre de Ecthelion. En ese mismo piso también puede contemplar el Árbol Blanco, símbolo de los Reyes de Gondor. Lo mejor: La hospitalidad de los elfos. Lo peor: Las minas y cuevas abandonadas no son zonas seguras de tránsito. No olvide llevar: Pan de lembas, una capa élfica, una cota de malla de mithril y una espada mágica que brille cuando haya orcos en las proximidades. 
La isla de Perdidos
Puede que no le resulte fácil llegar a esta isla situada en algún lugar remoto del Pacífico, ya que sus propiedades sobrenaturales y su capacidad para desplazarse en el espacio y en el tiempo dificultan en gran medida el acceso a la misma. Si quiere aumentar las probabilidades de encontrarla, compre un billete para el vuelo 815 de Oceanic Airlines. Una vez allí, no espere la comodidad de grandes complejos hoteleros. En esta isla vivirá una experiencia cien por cien aventurera, acampando por las noches en pleno bosque o en la playa y descubriendo cada día nuevas y misteriosas localizaciones que tentarán su curiosidad y pondrán a prueba su capacidad de deducción. Evite las trampas mortales, busque recursos para sobrevivir y, sobre todo, haga buenos amigos (le harán falta), ya que, aunque la isla parezca desierta, en realidad está más poblada que Times Square en Navidad. ¿Una torre de radio, una escotilla, la iniciativa Dharma, una secuencia de números recurrente (4, 8, 15, 16, 23, 42), un submarino, un pie de piedra enorme con sólo cuatro dedos?, ¿qué significa todo esto? Investíguelo e intente descubrirlo. Quizá nunca encuentre respuestas a los misterios y, si las encuentra, puede que éstas no tengan el más mínimo sentido, pero se lo habrá pasado estupendamente por el camino. Lo mejor: Todas las lesiones y enfermedades contraídas fuera de la isla se curan al llegar a ella. Lo peor: El humo negro. No olvide llevar: Una tienda de campaña, un saco de dormir, una cantimplora, un Labrador Retriever y una escopeta para osos. 
Rapture y Columbia
Aproveche esta oportunidad de oro y adquiera un paquete para visitar las hermosas Rapture y Columbia, dos ciudades utópicas construidas por la mano del hombre con el objetivo de crear nuevas sociedades más perfectas que las existentes. Rapture constituye una maravilla arquitectónica situada en las profundidades del Océano Atlántico. Fue ideada a principios de los años 60 por el magnate Andrew Ryan, que buscaba crear una estructura social libre de las opresiones políticas y económicas generadas por el comunismo y el capitalismo. Así nació esta ciudad, levantada por el hombre para el hombre y sustentada por la idea de individualismo. Esta gran urbe submarina, que ofrece bellas vistas de las profundidades desde todas sus estancias y túneles acristalados, cuenta entre sus zonas de interés con un distrito de pesca, un mercado para la clase alta, un barrio de lujo y un área de ocio conocida como Fort Frolic. Por su parte, Columbia es una deslumbrante ciudad, de finales del siglo XIX, formada por edificios y estructuras que flotan en el cielo de forma independiente pero que pueden unirse mediante puentes y raíles. Su fundador y gobernante, el padre Comstock, se alzó como profeta y líder de esta gran ciudad para convertirla en la representación de lo que él considera que son los ideales americanos. Lo mejor: El parque botánico artificial de Rapture (Arcadia) y los paseos por raíles en Columbia. Lo peor: Las letales criaturas de Rapture conocidas como Big Daddies y el racismo y la xenofobia de las gentes de las nubes. No olvide llevar: Plásmidos y vigorizadores, sustancias que dotan a su consumidor de capacidades sobrenaturales. 
Lilliput y más allá
En el siglo XVIII, el cirujano y después capitán de barcos Lemuel Gulliver escribió un texto titulado Viajes a varias remotas Naciones del Mundo, donde narraba sus travesías por algunos de los enclaves más fascinantes jamás conocidos por el hombre. Desde aquí le animamos a tomar ese escrito entre manos y usarlo como guía de viajes. ¡No se arrepentirá! Su primer destino, Lilliput, es un pequeño reino habitado por una raza de gente que tiene un tamaño doce veces menor que el de un ser humano. Cuando sienta que esta ciudad se le queda pequeña, diríjase a Brobdingnag, donde la criatura diminuta será usted. Tenga mucha precaución, ya que no sólo los seres humanos son gigantescos aquí sino también los animales y plantas. Cansado de las emociones fuertes que suponen ser un coloso primero y una pulga después, puede relajarse en la isla flotante conocida como Laputa, un reino dedicado a las artes de la música y las matemáticas. También merece la pena hacer una visita a los magos de Glubbdubdrib y a los habitantes inmortales —aunque no eternamente jóvenes— de Luggnagg. Por último, no puede dejar de conocer el país de los Houyhnhnms, caballos con una gran capacidad de raciocinio y un sentido de la ética y la civilización mucho más avanzado que los humanos. Hable con ellos, asimile sus costumbres, admire sus virtudes y, sobre todo, si no quiere pasar un mal rato, procure que no le confundan con un Yahoo, seres humanos salvajes, sucios y de comportamientos desagradables. Lo mejor: Poder charlar con Sócrates, Julio César y otros personajes históricos en la isla de Glubbdubdrib. Lo peor: Lo asquerosamente perfectos que son los Houyhnhnms, te pueden hacer sentir vergüenza por pertenecer a la raza humana. No olvide llevar: Una maleta con mucha ropa de su talla y un diario en el que relatar todas sus experiencias. 
. La luna de Endor
Algunos prefieren practicar deportes de invierno en . Hoth, otros acuden a las carreras de vainas de Tatooine y hay quien disfruta de la vida moderna de las urbes de Coruscant. Nosotros le proponemos algo más natural y menos ajetreado para sus vacaciones, la luna de Endor. Aunque el planeta Endor es un gigante gaseoso y, por lo tanto, no habitable, su satélite es una preciosa luna formada por llanuras, bosques y pantanos y muy rica en fauna y flora. Si el paisaje no le parece suficiente motivo como para subirse a su nave espacial y volar hasta esta luna, le recordamos que allí podrá conocer a los ewoks, unos amigables y pacíficos seres de corta estatura (los más altos miden unos 1,20 metros) y gran disposición a bromear y pasarlo bien. Estas criaturas, que se organizan en tribus, habitan en unas construcciones dignas de admirar: viviendas fabricadas con ramas atadas por lianas y ubicadas en la parte alta de los grandes árboles de Endor. Estas casas, unidas por puentes y plataformas de madera, conforman pueblos enteros situados en las alturas. No olvide hacer noche en una de esas aldeas para deleitarse con el espectáculo que ofrecen las antorchas cuando se oculta el sol. Lo mejor: Los fiestones que montan los Ewoks. Lo peor: Esa extraña y gigantesca estrella metálica que el Imperio está construyendo en las proximidades. No olvide llevar: Su motojet. 
El castillo de Drácula
Todos aquellos que disfrutan con las historias de miedo en las noches de acampada, las casas del terror de los parques de atracciones y las visitas a casas rurales especializadas en sustos nocturnos, no pueden faltar a su cita en los Montes Cárpatos de Transilvania (actual Rumanía). Allí se encuentra el castillo del conocido conde Drácula, un aristócrata que aspira a vivir en alguna zona más poblada del mundo, como Londres, y que no tiene demasiada buena fama. Dicen de él que es frío y excéntrico, que nunca sale a la calle de día y que bebe sangre humana. Vampiro le llaman muchos. El castillo es una fortificación decadente y descuidada del siglo XII construida sobre un promontorio y rodeada de un paisaje invernal y solitario que a menudo está cubierto por una densa niebla. Puente levadizo, foso, catacumbas, estancias vacías y ni un solo espejo le esperan en este morboso destino turístico no apto para embarazadas ni personas con problemas del corazón. No se amilane, el miedo también puede ser divertido. Lo mejor: Las habitaciones del castillo son espaciosas. Lo peor: Los ataúdes no dan muy buen rollo. No olvide llevar: Ajo, una estaca y un martillo, un espejo, un látigo y un crucifijo. 

FUENTE 20minutos

1 comentario:

  1. Que interesante ¡¡¡¡ Seguid así, buen trabajo ¡¡¡

    Me quedo con la isla de Perdidos, sin duda....

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